Curarte con las manos es una práctica de años ¡y muy sanadora!
Las manos son el primer medio que instintivamente usamos a la hora de pretender calmar un dolor: nos duele la cabeza y nos tomamos la frente, nos molesta la panza y le imponemos nuestras manos.
La práctica del Reiki, es decir la sanación con manos, confirma que este reflejo natural podría considerarse una sabiduría innata en cada uno, dada que la armonización energética por medio de las manos también es posible. Como verás, no se trata de puro esoterismo, sino que es lo más cotidiano y natural que podamos concebir.
Esto es el Reiki, una práctica impulsada por el Dr. Mikao Usui, quien redescubrió el método mediante escritos provenientes de culturas cuyas raíces se extienden hasta Egipto. Todos ellos afirman que podemos ser canal y transportadores de la energía sanadora universal que da vida y habita en todo lo que nos rodea.
Puede hacerse una imposición de manos de una persona a otra o a uno mismo, lo que se conoce como autoreiki. Lo importante es que la sanación de un paciente no se le atribuye a quien impone las manos, por que este último sólo DESPIERTA el sanador interior de quien es asistido. Por esta misma razón, si el paciente no tiene voluntad de sanar, es difícil que muestre alteraciones positivas en su salud.
La imposición de manos armonizan nuestra energía posicionándose, prioritariamente, sobre lo que se conoce como los siete chakras principales del cuerpo. Estos son puntos estratégicos en materia energética por el hecho de corresponderse con glándulas vitales de nuestro organismo.
Creamos o no en el poder sanador del Reiki, nos salva el contacto humano. Si sos de los que prefieren las demostraciones empíricas, te contamos que una investigación demostró que los bebés pueden morir aún teniendo las necesidades biológicas satisfechas, pero sin recibir ningún tipo de contacto afectivo de las personas que los rodean.
De no resultar en este extremo, en otros casos crecían con dificultades para relacionarse con su entorno, en general, lo que es fundamental para su educación. Esta patología hoy se la conoce como marasmo u hospitalismo y fue observada por el científico Spitz, en chiquitos de hasta 18 meses con permanencia prolongada en una institución hospitalaria, a mediados del Siglo XX durante la 2da Guerra Mundial.
¿Acaso hay alguna razón por la cual la aislación humana no nos afecte de manera negativa a nivel emocional siendo adultos? A tenerlo en cuenta ¡y a abrazarnos más seguido!
Comentarios
Powered by Facebook Comments