Desinflama, refresca, descongestiona, cicatriza, purifica. No por nada nuestras madres utilizaban el barro al momento que recibíamos una fuerte picadura de abeja o desde el Antiguo Egipto los médicos lo emplearon para aplicar y sanar a sus pacientes. En cambio, el modo en el que hoy se conoce el uso del lodo en tratamientos de curación es la Fangoterapia. ¡Se ve que nuestro cuerpo se siente a gusto cuando está en contacto con elementos naturales!
Se dice que el barro tiene vida porque “respira”, es decir que se contrae y expande, lo que ayuda a su capacidad de absorción. Con esto logra movilizar líquidos del cuerpo cuyo estancamiento es la consecuencia de tantas dolencias y contracturas, incluídas las celulitis. Además absorberá las toxinas y el calor, lo que descongestiona los tejidos enfermos.
Asimismo tiene la facultad de degradar y retener, motivo por el cual posee minerales que obtiene del agua y los distintos componentes que conviven en ella. Estos resultan importantes para nuestra salud como son el hierro, el magnesio, el zinc, el calcio, el potasio, azufre, entre otros. ¿Sabés por qué? Ellos revitalizan tanto las células que detienen su envejecimiento y es por eso mismo que la tierra funciona como cicatrizante.
Si bien en general se implementa arcilla, el barro puede ser de distintas procedencias y cada uno será útil para una anomalía/patología particular. Asi es como el lodo marino es un excelente drenante por sus sales, o el de río es buen activador por su alto contenido en azufre y ácidos. Lo importante será que se encuentre libre de contaminación y agentes químicos. …¿¡Viste de cuántas formas nos complementa nuestra Naturaleza!?
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