Contactarnos con lo natural nos reconforta y hace sentir mejor. Hay estudios que indican que incluso, por una cuestión genética, nuestro mismo cuerpo nos pide ese contacto. Pero ¿qué es lo que literalmente nos provoca estar en la Naturaleza?
Alivia el stress: las imágenes, olores placenteros y tantas buenas sensaciones que tenemos al estar con la vida silvestre ¡nos dan bienestar de tan solo pensarlas!
Da felicidad: muchos estudios científicos demuestran que una persona tiene un mejor estado de ánimo y desempeño al hacer una misma tarea al aire libre, que en un espacio cerrado.
Ayuda a pensar con distintas áreas del cerebro: estar afuera nos ayuda a pensar diferente, que cuando estamos encerrados. Por eso podemos pararnos en otros puntos de vista, lo cual seguramente nos ayudará a afrontar los desafíos cotidianos con mayor entereza y sortear algún que otro problema con más facilidad.
Limpia el organismo: el aire puro nos renueva por completo y hasta nos invita a hacer deporte. Es de esta forma que aliviamos enfermedades respiratorias y prevenimos muchas otras.
Nos concientiza sobre la importancia del cuidado ambiental: solo al tener relación con algo es como llegamos a conocerlo y apreciarlo. Es por eso que el vínculo con la Naturaleza es lo que nos hará individuos más empáticos con ella y entender el cuidado que nos pide. ¡Tengámoslo en cuenta a la hora de pasar tiempo con nuestros hijos!
Con todo, está claro que es tan efectivo como una terapia y, sin embargo, ¡es mucho más accesible! :p
Y vos… ¿por qué disfrutás de estar al aire libre?
-Extractos de nota de Revista Tigris
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