
Ya se trata de un estilo de vida para los japoneses, que adoptaron varios otros países del mundo también. Son técnicos de la Agencia Forestal de Japón quienes designaron cerca de 50 bosques como centros de terapia forestal y esperan expandir el número a 100 en la próxima década.
Todo esto se basa en una filosofía de bienestar de sus ancestros que bien veneraban los espíritus de la Naturaleza, como el budismo y sintoísmo, que llaman shinrin yoku y significa literalmente “absorber la atmósfera del bosque”.
Es entonces una especial terapia que realizan más de 2 millones de habitantes, guiados por profesionales en el asunto, conocidos como terapeutas forestales. Ellos son los que ayudan a sus pacientes a bajar las revoluciones, invitándolos a notar una flor o el perfume de un cedro. También a detenerse para tomar un té o recostarse en un tronco, cerrar los ojos y respirar profundo al mismo tiempo que se asimilan los sonidos del entorno.
Antes y después del paseo meditativo los guías usan monitores para medir la presión arterial de los caminantes, de manera que constatan el impacto positivo del baño forestal en su salud. Así demuestran que las caminatas urbanas son bien distintas, desde ya: quienes pasean en los bosques lograron bajar en un 12,4% los niveles de la hormona del estrés cortisol, en un 1,4% en promedio la presión arterial y la incidencia de infartos también se redujo en un 5,8%.
“Hemos pasado el 99,9% de nuestra evolución en ambientes naturales”, señaló el antropólogo Miyasaki. Por lo cual es lógico que “nuestras funciones fisiológicas aún están adaptadas a esos entornos y en el día a día podemos alcanzar una sensación de bienestar si sincronizamos nuestros ritmos con los del medio ambiente”, concluye.
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