
En grandes ciudades del mundo se aplican medidas en pos de neutralizar las emisiones del CO2 y aminorar el efecto invernadero que ocasiona el excedente concreto de nuestras urbanizaciones …¡Qué alivio! Ahora sí podemos empezar a considerarlas desarrolladas 🙂
Uno de los ejemplos se da en países como Dinamarca, Suiza, Canada; en los cuales ya se alienta la construcción de edificios con menor impacto ambiental mediante la derogación de leyes que lo soliciten como un requisito inevitable.
Se dan casos matizados como en la Capital de Buenos Aires también, en donde la legislación que promueve las terrazas verdes no es obligatoria para todos los ciudadanos, sino que funciona como un fuerte incentivo al promover beneficios fiscales a quienes decidan apostar por ellas.
El modelo de Toronto es todo un logro, dado que permitió que hasta ahora emerjan más de 1,2 millones de metros cuadrados de techos verdes en centros comerciales, institucionales, casas y complejos de departamentos. Al mismo tiempo obtuvieron un considerable ahorro energético anual para los propietarios de dichos edificios.
Se ve que los proyectos ambientales pueden significar una inversión costosa (aunque bien a veces solo son un cambio de hábito y no presupestario); pero además de beneficiosos para la salud del Planeta, el ahorro energético también se refleja inevitablemente en el ahorro económico a futuro, queda claro.
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