
Cada experiencia de vida, no importa cuán trágica sea, contiene una lección oculta. Cuando descubrimos el don oculto que está ahí, la curación se concreta.
Los acontecimientos de vida son oportunidades para crecer, expandirse, experimentar y desarrollarse.
Por eso es importante siempre recordar que no existen los fracasos sino los aprendizajes, no hay enemigos sino maestros, no hay errores sino oportunidades.
Una crisis nos lleva a familiarizarnos con nuestra sombra, con nuestros miedos e inseguridades. Pero cuando la sombra es reconocida pierde su poder. Cada experiencia desafiante que nos toca vivir nos invita a cuestionar nuestra estructura psíquica y emocional para poder relacionarnos con el hecho desde una perspectiva diferente.
Este proceso provoca resistencia e incomodidad: crisis. Pero una vez superada, procede una profunda sensación de serenidad, paz, unidad e inmunidad al miedo. También hay una mayor sensación de dominio, de confianza, de empoderamiento y mayor compasión por el sufrimiento de los demás.
Así cada crisis vital lleva consigo las semillas de un cambio, una renovación, una expansión, un salto en la conciencia y un dejar ir lo viejo para darle lugar a lo nuevo. Reinvención, comenzar desde otro punto de partida ♥
Nos hacemos más humanos, más compasivos y comprensivos hacia nosotros mismos y hacia los demás. Y al final, cada una de estas crisis no son más que oportunidades de aprendizaje, crecimiento y evolución.
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